Robert Smith y su curiosa entrevista concedida al NY Times
The Cure protagonizaban un conciertazo de tres horas emitido en directo a todo el mundo el pasado viernes. Al día siguiente, el NY Times entrevistaba a Smith.
Las fotografías que ilustran la entrevista visten a Robert de traje y él mismo reconoce que si no ha concedido entrevistas de forma habitual es porque «no quiero meterme en el personaje de Robert Smith de The Cure, eso ya no encaja conmigo». Durante la charla se comenta la historia del grupo y también cómo Smith se ha opuesto con contundencia a la reventa de las entradas para sus conciertos o a los precios dinámicos, «llegó un momento en el pensé que no tenía por qué dejar pasar semejante situación y me puse a solucionarla» declara.
No duda a la hora de indicar que tras la gira de 2008 se sentía agotado y quería abandonar su carrera musical. «Si regreso a cómo era cuando era joven, mi plan era seguir haciendo esto hasta que no pudiera más, pero mi idea no era ser tan viejo y continuar tocando». De hecho, Robert decidió cambiar de vida cuando cumplió los 30 y dejó atrás años de alcohol y drogas. Lleva casado 36 años y su rutina diaria se parece bastante a la de un pensionista que sigue obsesionado con componer nuevas canciones.
Ahora, se dedica a pasear escuchando música en su iPod y declara que nunca ha tenido un teléfono móvil inteligente. «Tengo una habitación para escuchar música en mi casa, aparte de mi estudio, y mi sábado por la noche ideal consiste en tomar algo y escuchar la música a un volumen alto, por estos motivos quise entrar en un grupo».
Afortunadamente, indica Robert que Songs of a lost world es el primer disco de una trilogía gracias a que el tema «Alone» ha abierto una «caída inexorable» hacia sentimientos como el desasosiego y la desesperación. «Considero que es natural, a medida que cumples años, sentirte más desencantado respecto a lo que te sucede. Ya has experimentado distintas situaciones, has comprobado tus errores y ahora me siento como si estuviera yendo hacia atrás».
De su militancia a la hora de defender distintas causas indica que «tengo 65 años y llevo pintalabios, no soy la persona más indicada a la que seguir en lo que respecta a comentar lo que está pasando en el mundo». En parte, su contribución a acercar su música a todo el mundo ha implicado que en la última gira por Estados Unidos hubiera entrada a partir de 20 dólares. «No tengo hijos, pero sí una familia cada vez más amplia y me consta que han hecho muchísimo por sobrevivir. Respecto a los precios que quise fijar para los conciertos del grupo todos están totalmente en contra de lo que se denomina un acierto en términos de negocio. Mis planes habrían ido más allá y el resultado sería catastrófico desde el punto de vista económico».
Ello le llevó a enfrentarse con Live Nation y Ticketmaster «lo que encendió la chispa fue que no me tomaban en serio, es tan simple como eso. Me estaba hablando un tipo y algo dentro de mí decía «haz lo que estás pensando». Llegó un momento en el que pensé «no voy a dar un paso atrás, esto se va a solucionar como tengo pensado». En mi extraña manera de ver el mundo, pensé que éramos nosotros los que estábamos de gira, qué éramos una banda conocida y que teníamos la última palabra. Al resto de grupos parece que les disgusta o aterroriza enfrentarse a Live Nation o a Ticketmaster. Es algo extraño, ya que el artista es el que pierde».
Esa gira les llevó a facturar en Estados Unidos 37,5 millones de dólares y a vender camisetas por 25 dólares vendiendo el doble de la cifra habitual. La brecha que abrió Smith ha sido agrandada por otros músicos. Finalmente, Robert reconoce que «creo que se está reconociendo qué hacemos y cómo lo hacemos. Cuando salgo al escenario y me convierto en la persona que canta, me siento muy feliz por todo lo que hemos conseguido». Enorme, como siempre, Robert Smith.
Deja un comentario