Ian Anderson detesta el saxofón en A Passion Play

Ian Anderson detesta el saxofón en A Passion Play

Escrito por: David López   @FyDescritura    14 julio 2024     5 minutos

Ian Anderson repasa cómo se grabó A passion play, un álbum que acaba de cumplir 51 años.

Ian Anderson repasa cómo se grabó A passion play, un álbum que acaba de cumplir 51 años.

Si se hubiera cumplido el plan original de Ian Anderson, el disco no se habría grabado nunca. El problema estuvo en las sesiones de trabajo que comenzaron en el Château d’Hérouville al norte de Francia, un lugar conocido también como el honky château tras las grabaciones que registraron allí Pink Floyd o Elton John por citar dos ejemplos.

Martin Barre indicaba este mismo año que «musicalmente hablando estábamos en una excelente posición. Ian tenía grandes canciones e ideas brillantes, pero el estudio no dejaba de averiarse y esto interrumpió el ritmo de trabajo».

«Además, comíamos queso sin identificar, carne indefinida (luego supimos que era de caballo) y vino con sedimentos. Todos teníamos diarreas explosivas. Estábamos grabando, escuchábamos «Ohhh», el ritmo de la batería se descontrolaba y veías a Barrie corriendo hacia el baño más cercano. Fue horrible».

Anderson decidió que el grupo votase si prefería grabar en otro estudio en Europa o volver a Londres. «Dos vivían en Suiza y les encantaba, otros dos querían volver a casa para ver a sus madres. Decidí yo y dije «vamos de vuelta a Morgan Studios» ahí fue donde grabamos Thick as a brick».

Ian decidió dejar lo que habían grabado en el estudio de las desdichas para comenzar a grabar un nuevo disco desde cero. «Solo me quedé con «Bungle in the jungle» que luego se publicó en Warchild. Pensé que para lo demás necesitábamos una hoja en blanco para componer algo distinto».

«Era una situación de «lo mejor es seguir y comenzar de nuevo». Así lo hicimos. Perdimos entre tres y cuatro semanas en el château, pero nos pusimos manos a la obra en el nuevo estudio tan rápidos como pudimos».

Opina Barre que «nos quejamos, pero fue mejor comenzar de cero». Con toda la presión que tenía, Anderson les dio forma a las canciones. El resultado fue un disco conceptual, pero más oscuro que TAAB y en el que se narraba los miedos y los riesgos de la vida. «Era un disco con un ritmo más pausado que su antecesor al tratar un tema más serio. Además, los temas eran lo opuesto al frívolo y rítmico material que intentamos grabar en el château».

Considera Ian que el disco se editó en el plazo marcado. Llegó a las listas de ventas en Estados Unidos, pero arruinó la relación del grupo con la prensa. Chris Welch, periodista que solía elogiar los trabajos del grupo, publicó en Melody Maker una crítica donde subrayaba que el álbum «registra una música muy pobre». La Rolling Stone remarcaba que «se trata de un intento intelectual inflado con portento creativo, pero desprovisto del factor sorpresa».

Fue entonces cuando los rumores de ruptura del grupo comenzaron a circular. Anderson pensó, tras leer la crítica del Melody Maker, que Terry Ellis, el representante de la banda, había encargado esa crítica para buscar más atención mediática. «Para mí fue como si comenzáramos a desaparecer en la puesta de sol tras leer unas críticas tan negativas».

El disco es, para algunos, una genialidad y para otros no deja de ser un ejercicio pomposo de rock progresivo. Respecto al protagonismo del saxofón en el álbum, Anderson indicaba en 2014 que «intenté persuadir a Steven Wilson para que eliminase el saxo en la remezcla que hicimos para la edición deluxe del disco. Insistió en que no iba a ser así. Le dije «¿Podríamos bajar el volumen del saxofón en todo el disco para que no suene tan denso?». Steven me comentó que cada pieza tenía su importancia en el rompecabezas. Creo que conseguimos que su sonido fuera más transparente y fácil de escuchar».

Añadía Anderson que «la razón por la que A passion play no resultase no fue una mala estrategia o la falta de entusiasmo. Considero que hubo un exceso de atención a los detalles que provocó que fuera un disco difícil de escuchar. No impuse mi forma de trabajar de la forma que debería haberlo hecho para crear ciertos contrastes y equilibrar el resultado».

«Considero que el sonido del saxofón, que es bastante molesto, influyó y no sé en qué estaba pensando, pero ahí está. Al final de la segunda canción teníamos como 10 signaturas de compases distintas. Wilson intentó separar el trigo de la paja. Las flautas revoloteando en «The Memory Bank» suenan como un banco de estorninos arremolinándose en lo alto, y los memorables pasajes que enganchan a la primera en medio de los ataques del sonido instrumental son más pronunciados y aparecen compensados ​​por el humor lírico que siempre está ahí».

«Los pasajes intermedios con sintetizadores de «Forest Dance» nos lleva a un «qué puñetas es esto» cuando comienza a sonar «The Story Of The Hare Who Lost His Spectacles», una chistosa indulgencia que las bandas actuales no ejercen, pero que en aquella etapa era frecuente. Creo que sigue generando curiosidad».

Finalmente, recordamos cómo Ian Anderson indicaba en 2018 que «el disco iba un paso más allá, demasiado más allá, pero a Steve Harris de Iron Maiden le encanta, ¡me alegra que le guste a alguien!». Genio y figura.


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